martes, 6 de noviembre de 2012

Habla con la mano


Quién diría, quien diría, que algún día así sería.

El otro día caminando por la calle me tope con un mercadito de artesanías. Llena de curiosidad me metí a investigar; Ya cuando acorde estaba frente a un puesto de cuarzos y talismanes para la buena fortuna. Sin darme cuenta un letrero había atraído mi atención, éste recitaba; "lectura de mano gratis en la compra de un cuarzo". ¿Y porque no?- pensé. Últimamente tan incierta acerca de todo me siento, que tal vez este extraño pueda darme alguna pista de lo que debo hacer o que camino puedo tomar. Hecho un vistazo a la mesita delante de mí y escojo la piedrita más singular que mejor se acople  a mi dicho favorito;  el de "las tres B's" (bueno, bonito y barato). Me apresuro a pagar y hago fila en lo que termina la lectura de la señora que estaba antes de mi. Cuando termina, me llama. Me siento frente a él; un señor muy "mexicano" moreno, vestido con ropa de manta y sonrisa agradable. Acerca su silla y me dice -a ver estira las manos y ponlas así. Las acerco en dirección a su rostro y el las toma entre sus manos y empieza a "leer". Debo de confesar que no es la primera vez que hago esto, ya en dos ocasiones me habían tirado la cartas y leído las manos solo por diversión. Y recuerdo perfecto que en ambas oportunidades termine muy decepcionada de todas las "babadas" que me dijeron. Escéptica miro al señor que observa con atención mis palmas, sin levantar la mirada me pregunta si ya me conocía, le digo -no- en tono un tanto burlesco. A continuación no describiré todo lo que este personaje dijo acerca de lo que acontecía en mi vida en ese momento. Sólo puedo anunciarles que todo lo que dijo, fue casi como si le hubiera dado un resumen de mi vida hasta aquel día. Es difícil explicar, lo que paso por mi mente. Al final, yo le pregunte acerca de mi futuro, sobre lo que debía o no hacer y el sólo se limito a sonreír y darme por consejo, "Hay tantos caminos que puedes tomar". Me levante de la silla muy desconcertada y empiezo a avanzar por la calle como si estuviera perdida; es que de haber sabido que mi mano sabía que esto pasaría, debería de haber hablado con ella antes. Acerco mis manos a mi rostro veo las líneas, pero no hay nada más que eso. Las coloco sobre mis oídos ¡No me dicen nada! Frustrada pienso ¿Quien lo diría? Y es que es extraño pensar que al final es cierto; tengo mi destino en mis manos...

1 comentario: