martes, 6 de noviembre de 2012

Aroma copiloto

Mi nariz es la parte más pequeña de mi cara. Es como un botón que a veces se pierde entre mis mejillas que se abultan a los extremos de mi rostro. Algunos dicen que cuando sonrió, mi boca la cubre por completo, solo atina a asomar un poco la puntita para no hacerme quedar sin oxigeno y así evitar estropear el momento en el que suelo desprender a carcajadas toda mi seriedad.
Aún así mi nariz me brinda el sentido más poderoso que me mueve por el mundo de la sensibilidad. Es ella quien me hace disfrutar la comida al punto de volverla orgásmica y es ella quien me anuncia la visita de un
recuerdo que me acompaña y tengo perdido en alguna parte de mi inconsciente. Olores. Esencias que me transportan a lugares y me traen de regreso a vivencias que añoro.
Esta mañana como de costumbre tome el camión en la parada del parque cercano a mi casa. La ruta iba llena, los únicos lugares vacios eran los que se encuentran detrás del chofer. Me senté de lado del pasillo y coloque mi bolsa y mi lonchera en el lugar vacio a mi lado . Aún iba medio dormida, a pesar de la ducha matutina y el cabello mojado que ya se había enfriado por el aire y caía sobre mis hombros haciéndome tiritar de frio. Como cada mañana, camino al trabajo, empecé a hacer la lista mental de mis pendientes del día y del resto de la semana. Estaba tan absorta en eso, que ni siquiera noté cuando subió una señora ya mayor, quien tuvo que acercarse a mí para pedirme el espacio del asiento vacío a mi izquierda. Me hice para un lado y ella se deslizo
frente a mí y se sentó, fue entonces cuando como de golpe me atiza su aroma. Elizabeth Arden, el perfume favorito de mi abuelita Conchita; cierro los ojos y me dejo envolver, es casi como si estuviera conmigo.
Siento el  calor que emana del cuerpo de la mujer e imagino a mi abuelita sentada a mi lado. Lanzo una oración al cielo y le agradezco a Elizabeth Arden y a la señora que se encuentra a mi lado y que no tiene ni idea del hermoso regalo que me ha traído en esta fresca mañana de octubre.
Conchita, donde quiera que estés, gracias por acompañarme hoy al trabajo...

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